jueves, 5 de marzo de 2009

¿ES COMPATIBLE LA HOMOSEXUALIDAD CON LA FE?










Por: 
Danilo Ovando




El ser humano en su condición caída, ha desarrollado vicios de credo, pensamiento y conducta que le han llevado a fundamentar su existencia y desempeño sobre bases extrañas al planteamiento original de Dios. Una de estas materias es la homosexualidad, que de manera generalizada está siendo adoptada por grupos cada vez más numerosos que anhelan o pretenden encontrar su relaización personal y afectiva en una irrealidad en la que aunque haya cirugías de por medio o importantes trataminetos hormonales y estéticos, no pueden sustituir las funciones que de manera natural el organismo humano realiza cuando se respeta su código natural de funcionamiento. Al hablar de la fe, se pueden abrir dieferentes lineas de pensamiento, así que debemos reducir ese número de opciones, a la que es fundamento de este comentario: La fe a la que nos referimos, es la que se deriva de la enseñanza Bíblica, y que tiene por protagonista central a Jesucristo, presencia corporal del Dios vivo, único y verdadero y quien es asimismo “El Autor y Consumador de nuestra Fe”. Con este fundamento, podemos asegurar que el hombre en su estado natural, entendiendo esto como el ser humano sin Dios, fundamenta su desempeño exclusivamente en sus capacidades intelectual y corporal, excluyendo por ignorancia, indiferencia o decisión, el área espiritual de su ser, que es la que por diseño original, se requiere para vivir en comunión con nuestro creador, dado que fuimos hechos a Su imagen y conforme a Su semejanza. Así las cosas, sin el “estorbo” que representa para algunos la certeza de la existencia de Dios, se han desarrollado conductas irreconciliables con los postulados de fe expresados en La Palabra, dado que es ilógico acatar con entusiasmo, devoción y determinación algunos de estos principios y verdades espirituales, y optar por ignorar aquellos que resulten inconvenientes para nuestra manera de pensar y actuar. Ejemplo de este argumento, es la co-existencia en múltiples ocasiones, de imágenes religiosas supuestamente representativas de piedad y muchos otros valores morales, en paredes, muebles y carteras de personas que se dedican al secuestro, al robo con o sin violencia o al narcotráfico en sus múltiples modalidades. Esto, es resultado de manipular la fe y crear un patrón religioso propio, en el que asumo mis propios valores morales y espirituales, en los que mi supuesta deidad ve con ojos de compasión y tal vez hasta simpatía mis delitos y pecados para luego avalarlos con justificaciones que de ninguna manera corresponderían a lo enseñado por Dios, y por tanto, no pueden producir en quien lo practica, ninguna forma de reflexión, conciencia y arrepentimiento. Si se habla de homosexualidad y fe, debe ser en el escenario correcto, en el que Dios ama al pecador pero aborrece el pecado, en el que Dios justifica por la fe al pecador que se arrepiente de su maldad y deja su vida pasada para incorporarse a un nuevo estilo de vida en el que impera la voluntad de Dios revelada por Su Palabra.


Así pues, si una persona que ha practicado la homosexualidad como su escenario afectivo-social, quiere honrar a Dios, el único y verdadero, entonces habrá de abandonar su estilo de vida y de afectos, y por supuesto que su sola voluntad no bastaría, como no basta la decisión desesperada de aquellos que quieren dejar de fumar o de beber, y es ahí donde entra en operación el binomio Arrepentimiento-Perdón, que Dios nos enseña, y cuyo operador fue Jesucristo, en donde Jesucristo en su papel de Salvador, -de aquél que quiere ser salvado- asume la culpa y el castigo del infractor, y por el derramamiento de su sangre en la cruz del Calvario, nos da la oportunidad de entablar la forma de relación correcta con Dios, nuestro Padre Celestial, y aunado a esto, la feliz habilidad que antes no teníamos para salir de manera definitiva de nuestra condición de dependencia y perversión derivada de nuestros hábitos, costumbres o formación.

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